¿Por qué es mejor comer en casa?

Por: Mónica Villar, MSc. Docente

Jenny Yuquilema Estudiante, Nutrición y Dietética

El proceso de transición nutricional debido a la disminución en el consumo de comidas tradicionales o caseras y el aumento en los productos industrializados ricos en grasa, azúcar y sal, sumado a un estilo de vida sedentario, es quizá una importante causa de la epidemia actual de obesidad y enfermedades crónico-degenerativas.

Los mercados más atrayentes para ofertar los productos alimenticios procesados son los países en desarrollo de bajos y medianos ingresos que abren su economía a la inversión extranjera y eliminan la regulación de los mercados, facilitando la disponibilidad  y venta de este tipo de productos. Es así como las poblaciones se van alejando de  la dieta local tradicional remplazándola por un mayor consumo de alimentos industrializados no saludables.

No tan solo los productos industrializados tienen que ver en la decadencia de una buena dieta, sino también es el hecho de no comer en casa. La oferta de comida fuera de casa deja en segundo plano el aspecto nutricional, no toman en cuenta el requerimiento de la persona, ya que se enfoca más en ganancias económicas, sin importar si beneficia o perjudican al consumidor.

El término cultural “comidas caseras” no se ha descrito claramente pero se puede referir no solo al espacio físico donde se preparan o consumen los alimentos, sino a los episodios de alimentación que incluyen platillos típicos tradicionales, reconocidos y consumidos con frecuencia por las familias de una localidad que comparten la misma cultura.

Un estudio sistemático ha recopilado información respecto a los beneficios de este tipo de comida, en donde se destacan ventajas sociales, sensoriales y somáticas.

Respecto a las ventajas sociales se puede destacar, el promover el desarrollo de roles, relaciones personales e identidad cultural. Favorecen las normas, hábitos y rutinas diarias, permitiendo a la familia la planeación y elección anticipada de los que se va a consumir, por lo que se reduciría el desperdicio. Permite el reconocimiento de platillos típicos por los miembros de la familia.

Las comidas familiares aportan con ventajas sensoriales por representar experiencias de convivencia con los seres queridos. Además, crean asociaciones afectivas positivas con los alimentos. Se puede asociar a preparaciones típicas, ya que se basan generalmente en ingredientes frescos y propios de la zona y la etnia. Si los alimentos son preparados  en familia se incrementa el gusto por cada ingrediente, y la preparación se percibe más natural.

Una de las ventajas somáticas de las preparaciones en casa, es que permite a las personas llevar patrones dietéticos más nutritivos. Es una buena alternativa de aumentar el consumo de alimentos saludables, así como la disminución del consumo de bebidas azucaradas, bocadillos altos en grasa, comida rápida y visitas a restaurantes. Con esto es más sencillo controlar el tipo de ingredientes utilizados y las porciones que se van a servir.

Compartir comidas en familia tres o más veces a la semana se asocia con mayor probabilidad de estar en un rango de peso saludable, así como las cenas familiares con índices de masa corporal más bajos. Esta evidencia indica que el consumo de comidas preparadas en el hogar favorece el peso corporal adecuado.

Aunque existen en la mayoría de los países guías dietéticas para una alimentación saludable y a pesar de que las personas identifican correctamente los alimentos saludables y no saludables, estos términos se han alejado del contexto cultural. El estereotipo de alimentación “saludable” y “no saludable” ha confundido a las personas llevándolas tradicionalmente a pensar que no tienen acceso a alimentos saludables, por lo que es común encontrar que la gente se alimente de manera incorrecta.

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