El arte como voz en la política

Reflexión sobre Notas para un arte en sincronía con el momento político, por Tania Bruguera como parte de la exposición “Raíces”, en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito.

El arte político en mi opinión es muy polar. El concepto es sencillo, se puede ver de dos distintas maneras. Si el arte en cuestión apoya a la política de la administración de ese momento, es propaganda. Ya sea pagada o no pagada. Si va en contra del político, acarreando una necesidad o criticando una decisión tomada, es protesta. Efectivamente la verdad en el arte, tiene una connotación muy auténtica y personal. Invita a hacer catarsis con el atista, quien está expresando un malestar importante hacia el público (usualmente el arte político termina siendo protesta).

Al contrario de lo que se menciona, el arte político definitivamente puede hacerse con miedo, y con un miedo totalmente fundamentado. Son históricas las persecuciones por simple libertad de expresión en un sinnúmero de regiones, todas distintas entre sí. Teniendo esto en cuenta, es un miedo que va desde ambos lados: desde el artista y desde el político. El político no puede soportar que haya una mínima amenaza hacia su poder.

El arte político en sí es impertinente. El concepto de timing en un arte que representa una protesta para la administración gubernamental del momento puede costar inestabilidad política. Sin embargo, la censura (y peor en el arte) es inconcebible en cualquier contexto planteado. Finalmente, el arte es eso: causar catarsis en el espectador a través de la empatización de una problemática; ya sea desde el dolor, desde la felicidad, desde el enojo o incluso desde la incomodidad. Censurar empatía es irse en contra de la naturaleza humana y de los derechos fundamentales de cada ser humano. Es arrebatar un sentimiento, una oportunidad.

La estética en este caso es un tema muy relativo. Lo estético puede ser aquello para el artista, mientras que para el político puede interpretarlo como si existiera carencia. Básicamente, lo acomoda a su conveniencia. La estética en el arte puede faltar, si no va acorde a la agenda política del momento. Es cuestión de posicionarse en un bando o en el otro. Finalmente, el arte político no es más que una expresión “donde uno saca lo que todos se encargan de esconder, por dolor o por conveniencia”. Ojo que el miedo no se menciona, porque probablemente el miedo si está presente en el arte político. El arte político no es más que pedir más, que apoyar esa incomodidad para apostar por un mejor sistema.

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