A partir de una serie de costumbres que hemos adoptado a lo largo de estos últimos siglos, la preocupación por la cantidad de desechos inorgánicos que producimos en nuestra vida diaria se vuelve aun mayor. Su impacto puede ser muy nocivo tanto para corto y largo plazo. Esto se debe a que estos residuos se convierten en metano, un gas natural que, en grandes proporciones puede ser tóxico para la salud. No solo eso, sino que representa una cantidad de contaminación ambiental importante.
Al contrario de la economía circular, la producción de un sinnúmero de industrias adopta en su mayoría, un sistema de economía lineal. Este se basa en un ciclo lineal-valga la redundancia-, donde la fabricación tiene un final, se desecha y así termina su ciclo productivo. Este se caracteriza a través de productos de un solo uso, o de una vida útil corta. El uso excesivo de economía circular en los procesos de producción implica una demanda excesiva de recursos naturales limitados, además de un aumento de desechos que no tienen vida útil.
Como alternativa a este sistema económico de producción, está la economía circular. La misma apuesta por un modelo completamente diferente y restaurador, contrario a lo procesos que probablemente ya en muchas industrias se encuentran obsoletos. La economía circular está basada en un proceso sostenible, en el que la idea es que los recursos y materiales se preserven dentro del ciclo productivo, conservando su valor y con ello su vida útil. La idea parte en que no se deseche el producto final, sino que se utilice o reutilice para un nuevo ciclo. Con esto, se incrementaría la eficiencia e incluso los recursos durante el proceso de producción y de consumo, contrario a lo que normalmente se piensa respecto a un costo elevado de precios cuando son más sostenibles.
El químico alemán Michael Braungart y el arquitecto estadounidense Bill McDonough, juntos diseñaron el concepto Cradle to Cradle, un método que estudia procesos industriales y comerciales comparándolo con un proceso de metabolismo biológico. En este, concluyen en que estos desechos pueden representar una fuente de nutrientes, recuperables y reutilizables. La idea con la economía circular es sacar el mayor provecho de dichos recursos que, a pesar de pasar por un proceso de producción masivo, pueden aprovecharse para darles un ciclo de vida completamente nuevo e innovador.
El caso de Ecuador es muy particular. En mayo del año 2021 el Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca (MPCEIP), conjunto con otras organizaciones, incluida la USFQ, presentaron el Libro Blanco de Economía Circular. Este libro se publicó con el objetivo de poder implementar a largo plazo, propuestas y procesos transicionales que se inclinen a procesos más responsables y sostenibles. Dichas propuestas tienen en cuenta la realidad actual ecuatoriana, tomando en cuenta los objetivos que el país tiene en cuanto a temas de sostenibilidad e innovación. Mediante este libro distintas industrias, incluyendo la agrícola, minera, plástica, entre muchas otras, cuentan con una cantidad importante de información de la realidad actual en cuanto a la economía circular en el Ecuador, y posibles lineamientos a seguir en cuanto a buenas prácticas en desarrollo sostenible.
Teniendo en cuenta lo rico en recursos que es el Ecuador, es importante que tanto la empresa pública como privada empiece a implementar en mayor proporción dichos procesos productivos sostenibles. El Ecuador debe encaminarse más a la vanguardia de los demás países en cuanto a temas innovadores dentro del sector productivo. De esa manera, se puede posicionar al país como ecológicamente responsable, y seguir aprovechando recursos, pero de maneras más conscientes. Así incluso, se podría seguir apostando por un incremento en industrias como el turismo sostenible. El Ecuador tiene mucho que seguir y aprovechar en este tema, para así poder también apostar por bajar la cantidad de desechos en los consumidores, y bajar emisiones de huella de carbono.
