Sororidad

El paso que cada uno tiene como ser humano en la Tierra trae mucha responsabilidad para con el mundo, la sociedad, y nosotros mismos. Al ser los únicos seres conscientes, tenemos que reconocer que definitivamente tenemos un propósito, que siempre debe estar alineado con nuestro bienestar y el de nuestro alrededor. Por supuesto que es muy fácil vivir en la superficialidad, pues el gran reto es salir de ese hechizo y ver en nuestro interior. Solo así, encontraremos nuestro propósito.

Ya sea por historia, por las conductas de la sociedad, e incluso por nuestra propia naturaleza, es innegable que el espacio que ocupamos entre hombres y mujeres es muy diferente entre sí. Por muchos años, como mujeres, hemos luchado justamente por ese espacio. ¿Por qué? Porque nosotras no precisamente ocupábamos el espacio que queríamos. No se nos preguntaba. En el camino para encontrar nuestro propósito, las mujeres desde hace mucho habrían tenido dificultades en esa búsqueda. Porque no se nos permitía cuestionárnoslo.

Todas las luchas; el voto, el divorcio, el aborto, protestas por salario digno, no han sido más que evidencia para afirmar que hemos realmente luchado por ocupar estos espacios, que tanto queremos ocupar. El protestar por nuestros derechos, nos ha permitido entrar genuinamente en la búsqueda de nuestro propósito en el mundo. Ese que hemos querido asumir con tanta responsabilidad.

El que nosotras mismas nos hayamos permitido dar estos espacios, es gracias a un factor esencial para la lucha de nuestros derechos: la sororidad. La RAE define a la sororidad como una “relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento”. Todos los espacios que hemos incomodado, dentro de la lucha por nuestros derechos, ha sido porque nos hemos juntado por un solo ideal. Porque juntas somos inquebrantables. Y eso nos dice que podemos lograr mucho más, pues el juntarnos por nuestros derechos ha sido solo un ejemplo. Cuando nos tenemos a nosotras mismas y somos nuestras aliadas, logramos ser un soporte muy fuerte. Entonces, ¿qué podemos hacer para seguir apoyándonos y soportándonos, de la mejor manera?

Pienso en mis seres queridos mujeres: mi mamá, abuela, hermanas, amigas, primas, tías. Desconocidas, conocidas, colegas que admiro. ¿Qué puedo hacer yo por ellas, el día de hoy? Ser un ejemplo de lucha. Hemos tenido el privilegio de que nuestras ancestros ya han luchado por nuestros derechos más esenciales, ¿y ahora qué? A honrarlas. Si yo quiero que mi hermana, prima, amiga ocupe el espacio que ella decida, y luche por los sueños que ella decida tener, pues tengo que ser un ejemplo. Tengo que ser una guía, un camino para que no se sienta sola, para que pueda descubrir su propio cómo y su propio por qué.

Definitivamente la más importante responsabilidad que tenemos las mujeres para con las mujeres, es el ser libres y auténticas. Poder despojarnos de nuestras limitaciones y entornos desfavorables, y desde la libertad luchar por lo que nosotros creemos importante. Desde esa libertad, es que nosotras podemos ser un ejemplo de lucha para las demás. Y desde ese ejemplo, es que podemos demostrar y evidenciar que si es posible: si es posible trazar nuestro propio camino, libre de ataduras y creencias limitantes. Por supuesto que no es un camino fácil, y es una decisión aterradora, pero solo se resume en una acción: el elegirte a ti misma por sobre todo, todos los días. Las mujeres debemos siempre estar para las mujeres.

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