¿Y ahora qué?

Dentro del contexto ecuatoriano, el sábado pasado se honraron los valores democráticos del país a través de las elecciones al candidato presidencial del siguiente periodo 2021-2025. Mucho estaba en juego en dichas elecciones; el Ecuador tuvo que elegir entre una prolongación de la presencia correista en nuestros líderes, versus un nuevo llamado hacia oportunidades liberales inéditas. El pueblo ecuatoriano votó por el cambio, y eligió la segunda opción.

Créditos: Washington Quinchuela

No cabe duda que Guillermo Lasso llega a Carondelet a tomar el timón de un Ecuador fragmentado. Un Ecuador herido por más de una década; donde reinó la corrupción, el despilfarro, donde hubo un sinnúmero de oportunidades perdidas y una demagogia que solo logró separar más y más a los diversos sectores del país. Esto ocasionó incluso, que levemente se vaya borrando la identidad de un Ecuador unido. Al nuevo presidente del Ecuador le queda un largo camino acompañado de un sinnúmero de obstáculos tanto internos como externos, y un catálogo de problemas por resolver. Sin embargo, se respiran desde ahora nuevas oportunidades.

“Unidad en la diversidad” “Unidos por un Ecuador de encuentro” “juntos lo logramos” fueron las frases que se oyeron frecuentemente durante la campaña de la segunda vuelta del presidente electo Lasso. Y es que el equipo de campaña ha entendido a qué concepto tienen que apelar, a partir de ahora y durante los próximos 4 años. Es vital para la prudente, eficiente y eficaz administración del nuevo líder del Ecuador el seguir transmitiendo ese concepto que ha caracterizado a la campaña del presidente electo. Un Ecuador unido es lo que necesitamos para la correcta administración de recursos y un eficaz fomento de oportunidades. Que se quede únicamente como historia el resentimiento y la antipatía que lideraron e incentivaron las pasadas corrientes demagogas del país, para poder aprender de esos errores y reconocer el daño tan profundo que le hicieron al país.

Por supuesto que ningún daño es irreparable. Se ha demostrado a través del mensaje transmitido en la campaña política del presidente electo Lasso, que el Ecuador definitivamente tiene una nueva oportunidad. Una oportunidad que invita al cambio estructural; no solo en el ámbito económico, sino también en lo social. En ese sentido, hay que reconocer que el trabajo es de todos, no solo de Carondelet. El trabajar, estudiar, el vivir por un Ecuador de encuentro es un concepto que todo ecuatoriano deberá tener en cuenta a partir de ahora, habiendo aprendido que la fragmentación social no es un modus operandi viable para el país.

Lo que queda de deber para todo ecuatoriano, es vivir a partir del mensaje transmitido de unión en la diversidad. Vivir a partir de ese entendimiento, escucha y apertura que existió durante la campaña del presidente electo. Que no se le olvide ni al presidente Lasso, ni a los ecuatorianos el concepto establecido en campaña: unidos por un Ecuador de encuentro. Que a ningún ecuatoriano se le olvide el deber y el derecho que implica vivir, trabajar y luchar por un Ecuador que honra la riqueza de su diversidad.

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