Liderazgo Global, acción local: encuentro con María Fernanda Cobo, alumnus USFQ

La Universidad San Francisco de Quito USFQ cree en la importancia de que la red que se teje entre los graduados no solo sea grande sino también sólida. Por esto, la comunidad de graduados organiza el espacio Alumni Talk, en el que un alumnus destacado y con una amplia trayectoria comparte los retos que ha tenido que sobrellevar y los secretos hallados en el camino que han hecho que su carrera despunte. En este espacio, Maria Fernanda Cobo, graduada de Comunicación Organizacional y Periodismo, comparte sus experiencias sobre liderazgo, aplicado a la creación de empresas con enfoque global, y en particular, en medio de la crisis.

María Fernanda Cobo

María Fernanda ha trabajado en la generación de programas de innovación para el desarrollo en América del Sur, México, Estados Unidos e Italia. Desarrolló una Especialización en Gobierno, Gerencia y Asuntos Públicos en la Universidad de Columbia y posteriormente fue maestrante del programa de Derechos Humanos en la Universidad Iberoamericana de México. Actualmente es cofundadora de Toleratium Lab, startup orientado a fortalecer procesos de innovación con sentido humano. Además, Cobo colabora con El Universo como Columnista.

Según Cobo, el liderazgo está en cada acción que hace alguien por la comunidad específica en donde se desenvuelve. No importa el punto de partida y de proveniencia para ser líder. Lo que importa es el enfoque que el líder le dé sobre todo desde lo global, pues si funciona en ese plano, también funcionará localmente. María Fernanda plantea que ser líder implica jugar en sincronía entre lo que implica ser global y local.

El líder global conoce, domina y entiende la agenda del mundo actual para definir estrategias. En este momento, los temas de salud, bioseguridad, crecimiento económico equitativo, derechos humanos son temas en la agenda de relevancia global. Definir estos temas relevantes ayudarán a generar focos de acción sobre dónde se deben generar acciones corporativas. Las estrategias deben ser diseñadas muy bien para que generen debate y, sobre todo, que generen movimiento en sistema de valores.

Para esto, María Fernanda propone trabajar con un “System Management”, es decir, plataforma metodológica sobre la que descansa la ejecución de una estrategia y que le da seriedad, gestión y disciplina. El “System Management” además permite organizar el desempeño de miles de personas en el mundo de manera sincronizada que trabajan para una empresa grande, con unos objetivos comunes.

En el contexto de una empresa global, la estructura corporativa es vertical porque cada línea de organización del negocio es especializada. Las nuevas tecnologías son vitales en este proceso de trabajo, pues es necesario apoyarse de un programa que ayude a monitorear el progreso del negocio. Por ejemplo, las tecnologías que manejan datos son las más importantes porque ayudan a tomar decisiones fundamentadas en estadísticas que ayudan a medir resultados que muchas veces son cifras económicas. Muchas veces es necesario lograr resultados inmediatos. Para esto, tomar decisiones en tiempo real es imprescindible.

Otro de los ingredientes para ser un líder global es la inteligencia multicultural, la que se desarrolla como una habilidad paulatinamente, con la convivencia y una mentalidad abierta a la multiculturalidad, que es determinante para generar innovación de alto impacto. Esa multiculturalidad debe estar presente no solo en el contexto, sino también en el amplio abanico de talentos del equipo de trabajo. María Fernanda recalca que el desarrollo global implica equidad, inclusión, igualdad. Por esto, el ADN de la diferenciación tecnológica se encuentra en la diferenciación cultural. Para hallar ese diferenciador que contiene nuestra propuesta, es importante volverla móvil y adaptable desde un punto de vista geográfico, así como emocional.

Un líder global tiene la capacidad para mover una estrategia que está diseñada para una adaptación global, a una cultura, a una geografía específica. Ahí entra lo local.  Un líder global tiene la capacidad de construir una red de contactos e influencias a través de la empatía, de la conexión ética, más allá de la inclinación política, étnica, posición económica o geográfica, etc. Esto, con el fin de rodearse de toda aquella gente necesaria para que la solución corporativa aporte a la comunidad a la que se apunta. De este modo, un líder global construirá confianza y de credibilidad que parte de una ética sólida, porque toma en cuenta que la globalidad es un escenario de acción e inclusión.

Las habilidades de un líder local son muy similares a las de un líder global. La agenda a analizar ya no será global, sino del país en el que se vaya a trabajar, en búsqueda de los puntos críticos que necesitan solución. La gestión de las variables del negocio ya no son tan verticales; al contrario, se vuelven horizontales, pues existen muchas variables interactuando al mismo tiempo. Esto exige al líder el desarrollo de varias habilidades que son distintas pero complementarias, que no le pertenecen exclusivamente a una especialización. A una compañía le interesa resultados que van más allá del foco al que le ha apuntado, y en este interés, las habilidades diversas de un líder son importantes.

Sea en un contexto global o local, la responsabilidad del liderazgo es mayor en tiempos de crisis, pues el líder se ve comprometido a no caer en el pesimismo que genera la situación de inestabilidad, porque puede perpetuar la crisis. La labor de un líder es la de inspirar a los otros a ser factores de cambio; a innovar, porque una sociedad no puede pensar igual que antes; y finalmente, podremos a crecer. En este proceso de crecimiento, la agilidad para pensar no debe faltar, pero aunque suene contradictorio, la precisión tampoco. Para que los cambios sean sostenibles, la pasión también es un ingrediente en el trabajo del líder.

Finalmente, Cobo puntualiza que el éxito no se mide desde la individualidad, sino desde el impacto social que tenemos en la comunidad global. Por esto, pensar en liderazgo no es pensar solamente en números, sino reflexionar sobre quiénes somos, porque existimos, porque estamos en este mundo. Las posibles respuestas situarán el norte de todo aquello que hagamos hacia el propósito de nuestra vida y de nuestro quehacer diario.

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