El “artivista” que rompe esquemas

Al frente de un tocador improvisado donde se encuentra todo tipo de accesorios y maquillaje: sombras, bases, brochas, un espejo, pinturas, etc., Carlos López se sienta para empezar el largo proceso de convertirse en la espléndida Lilith

Carlos es de estatura pequeña, algo tímido al principio y resulto al poco tiempo. Mientras empieza a maquillarse las cejas, nos cuenta cuales son experiencias, proyectos, sueños, y expectativas como miembro de la comunidad LGBTI+ y como artista Drag Queen.

Él siempre supo que no formaba parte de la heteronormatividad y pasó algún tiempo hasta que su familia se enteró. “Primero es un proceso interno porque vos te debes aceptar a ti mismo”, dice Carlos. “Venimos de una institucionalidad bastante fuerte […] en mi caso es de un familia súper tradicional, bastante religiosa […] toda esa carga es la que vos debes al final romper. Entonces eso es lo complicado, romper tú mismo en lo que te educan”.

Foto: Juan Pablo Racines

Durante su estadía en Italia – cursó ahí sus estudios – tuvo una mala experiencia que le ayudó a interiorizar que el problema no era él, sino quien juzga a aquellos que no pertenecen a la heteronormatividad.

Ya con un título de arquitecto e independizado de su familia, su madre le preguntó con serenidad si era homosexual; la respuesta fue positiva y la reacción de su madre también, a pesar de la preocupación por falsos estigmas que existen en torno a la homosexualidad. Ahora toda su familia lo sabe, algunos parientes por su puesto, siguen reacios a aceptarlo; sin embargo, él es feliz sabiendo que los más cercanos lo abrazan.

Foto: Juan Pablo Racines

En 2012 fue su primera experiencia con el arte Drag Queen. Antes practicaba danza, luego danza-teatro y durante una obra con el Colectivo Z para la inauguración de la Casa Trans “me tocó hacer un papel de un caballo de García Lorca pero en el proceso este de estar con las chicas trans mi papel fue cambiando”, cuenta Carlos.

Agrega que “el hacer drag también creo que es un proceso. Hay diferentes motivaciones. En este caso yo empecé por esta lucha de evidenciar estos cuerpos que eran totalmente diferentes […] al ver la parte fuerte que los trans sufren discriminación, violencia, entonces fue como que me empezó a interesar que desde la parte del teatro se podía trabajar eso”.

Foto: Juan Pablo Racines

Ahora está llevando a cabo el proyecto Lilith que “surge con el Colectivo Z y la Casa Trans” con el objetivo de “evidencia estas discriminaciones en el espacio público”.  Empezó como un proyecto de intervención de espacio público. Él visitaba lugares como el ciclo paseo, el teleférico y diferentes parques vestido como Drag Queen.

Llamó a su propuesta así porque “Lilith es la primera mujer antes que Eva en la mitología judeo-cristiana […] es el personaje que renuncia al paraíso. Ella renuncia a esa idea de lo anhelado y decide explorar por su cuenta” relata Carlos. “Yo retomo eso como una reivindicación a esa exploración personal”, añade.

Foto: Juan Pablo Racines

Pero no solo es un proyecto personal; de hecho se ha convertido en un colectivo de personas que, a través, y más allá del arte del drag queen realizan varias actividades en pro de los derechos de la comunidad LGBTI+.

Por ejemplo, en conmemoración de los 20 años de la despenalización de la homosexualidad realizaron una indagación de los tipos de violencias en ámbitos como la familia, la educación y la religión y lo llevaron a la fotografía. “Son experiencias personales de las personas que están participando, pero ya son desde la niñez que se sufre en el jardín, también en estas clínicas de deshomosexualización, el tema del bullying en grupos deportivos o las personas en grupos militares”, señala el drag.

Foto: Juan Pablo Racines

Además, para que el proyecto se sustente realizan shows de entretenimiento en clubes y bares, obras de teatro en Quito y alguna que otra presentación en el exterior. Sueña con llevar sus shows a otras partes del Ecuador y que por fin en el país se reconozcan estos cuerpos invisibilizados.

Aunque Carlos reconoce que el drag es un arte bastante caro por los altos gastos que implica el maquillaje y el vestuario, admite que no podría abandonar esta parte de su vida. Ama la arquitectura y ama ser drag queen; son partes fundamentales de sí mismo. Incluso cuando se está maquillando el rostro, primero lo hace de un lado y luego del otro para tener algo de Carlos y algo de Lilith.

Foto: Juan Pablo Racines

Al cabo de dos horas finaliza el proceso de transformación. Ahora, con su rostro completamente maquillado y su largo vestido solo responde al nombre Lilith y se luce frente a la cámara.

Foto: Juan Pablo Racines

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