Los pasos y el camino

El jueves 19 de marzo de 2015, se produjeron varias movilizaciones ciudadanas como manifestación de la discrepancia contra el gobierno actual. En Quito asistieron integrantes de diversos sectores y grupos sociales, que marcharon pacíficamente hasta llegar a la Plaza San Francisco. La protesta, posteriormente, finalizó con el enfrentamiento entre manifestantes y policías

Cuando en 1944 Friedrich Hayek publicó “Camino de servidumbre” destacó cuales son las amenazas que se ciernen sobre las sociedades en todos aquellos casos en que el poder político va restringiendo los espacios de libertad de los ciudadanos. Pese a que han transcurrido setenta y un años desde la primera edición de este libro, resulta sorprendente la actualidad de sus contenidos, porque todas esas amenazas señaladas se reproducen en el Ecuador, donde el valor de la libertad aparece cada vez más distante en los espacios de expresión.

El 19M constituye un grito en defensa de esa libertad. Miles de ciudadanos marcharon por el centro de la capital y otros miles se manifestaron en Cuenca, Riobamba y Guayaquil. El desacuerdo por políticas estatales como sobretasas arancelarias a 2 800 productos, el Plan Familia, la restricción a la libertad de expresión, la propuesta de reelección indefinida (obtuvo el81,2% de rechazo ciudadano, según Cedatos), ciertas políticas laborales y la explotación del Yasuní, llevaron a los ciudadanos a convocar esta manifestación de protesta, en la que participó, “una fanesca de reivindicaciones”, según la consideración del primer mandatario.

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Esta vez, el fervor del activismo digital se plasmó en la asistencia de organizaciones sindicales, grupos ambientalistas, estudiantes, feministas, jubilados, empresarios y representantes de la CONAIE. Su presencia mostró el desencanto de un importante sector de la sociedad ecuatoriana con un proyecto político que se ha apartado de los principios que lo inspiraron; mostró también un descontento cada vez más amplio, el crecimiento del activismo en las calles y, sobre todo, una manifestación de la pluralidad de la ciudadanía y la defensa de sus libertades.

Para algunos, la presencia en la manifestación constituyó un reclamo y un deber cívico, independientes a las afinidades con partidos políticos. María del Carmen Carranza, por ejemplo, madre de cinco hijos, no pertenece a ningún partido o movimiento, pero “estoy aquí porque creo en la democracia (…) Tengo la obligación de demostrarles a mis hijos que tenemos que venir y apoyar a la protesta del pueblo entero”. Para Patricio del Salto de 54 años, la manifestación es una expresión de disconformidad generalizada en la que se evidencia la “capacidad de indignación”. “La hemos tenido con Bucaram, contra Mahuad, contra Gutiérrez y también tenemos la capacidad de indignarnos contra los desaciertos del presidente, particularmente a través de sus ministros”, menciona Patricio. “Yo reconozco mucho logros del presidente Correa, pero es una persona que ha cometido errores”.

Así, la disconformidad sobre una variedad de asuntos se expresó al unísono con múltiples exclamaciones; algunas moderadas, unas cuantas adustas y otras propias del humor quiteño.

–”¡Fuera, Correa! ¡Fuera!–

–¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!–

–Quito no se ahueva, ¡CARAJO!–

–¡Correa valiste! ¡El trago me subiste!”-

Alejado de una comprensión cabal de estas manifestaciones, el oficialismo echó mano de los tradicionales métodos basados en declaraciones públicas para deslegitimar y neutralizar el efecto político de esta movilización, quizá la más importante que ha debido enfrentar el presidente desde que en 2007 asumió el poder.

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“Fue un fracaso esa marcha (…) Titular de EL COMERCIO ‘Marcha de protesta llenó San Francisco’; se llena con unas 15 000, 20 000 personas. Está peor que nunca. Eso es mentira (…) No nos dejemos derrotar por grupos minúsculos”, exclamó el primer mandatario el sábado 21 de marzo en Riobamba, aludiendo a la presencia de los seguidores del oficialismo el mismo día; sin explicar si fueron o no fondos públicos los que financiaron esta movilización del gobierno.

La convicción con la que se pronunciaron estas palabras plantea varias interrogantes sobre la naturaleza del discurso gubernamental: ¿acaso el principio de la libertad de manifestación y de expresión se sustenta en una superioridad numérica?; ¿el número de manifestantes por sí mismo es un hecho moralmente condenable en el imaginario del gobierno ecuatoriano? Eventos como el del 19 de marzo nos invitan a reflexionar sobre los fundamentos que precautelan la libertad de los ciudadanos y los hechos que imperceptiblemente van disminuyéndola. Una conciencia clara del significado de libertad y de sus amenazas llevará a los ecuatorianos a impedir que en el país se construya ese camino de servidumbre de que nos habló el Nobel de Economía Frederick Hayek.

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Estudiante de periodismo. Con interés por la historia, el arte contemporáneo y el oficio de la escritura. Apasionada por la danza y el movimiento en todas sus formas.

Thalía Noboa Lamar

 

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