Choques literarios

Franz Kafka invita mucho a reflexionar en su clásico La Metamorfosis. Gregor Samsa; europeo de principios del siglo XX, atrapado en su cotidianidad y rutina de trabajo, se convierte en no más que un monstruoso bicho. Cuestiona mucho la vigencia de esta condición del ser humano, deshumanizado por el trabajo y por el día a día, que no para muchos es fácil de romantizar. Kafka es muy preciso en evocar estos sentimientos de angustia y deshumanización hacia la condición laboral de este personaje. Revela estas ansiedades de un trabajador promedio, atrapado en la cotidianidad y en la falta de propósito.

Sin embargo, antes de esta deshumanización, estuvieron primero los personajes soñadores. Tal es el caso de Alonso Quijano, o Don Quijote de La Mancha. En este otro gran clásico; Cervantes cuenta la historia de este caballero frustrado y auto proclamado, quien solo, construye y emprende su viaje en busca de aventuras. Se recorre toda España con el propósito de ser héroe de muchos, a pesar de ser un loco para muchos más. Este libro nace de un contexto muy diferente: la llegada del humanismo en España, la valoración de la capacidad humana intelectual, una cosmovisión carnavalesca del día a día y un culto al individualismo y a la inteligencia.

Don Quijote de La Mancha y La Metamorfosis, aunque separados por 300 años, guardan mucha relación entre si. Tanto Kafka como Cervantes atravesaban un momento coyuntural en su país. Cervantes habiendo vivido la batalla de Lepanto, y Kafka testigo de la Primera Guerra Mundial dentro del contexto austro-húngaro. Ambos atraviesan una deconstrucción social significativa en sus épocas, evocando dentro de sus obras hipérboles fantásticas e inconvencionales. Ambos protagonistas no son más que resultados de esta realidad, a pesar del contraste tan fuerte de la esencia de cada uno de estos personajes.

Gregor Samsa y Don Quijote son personajes paralelos entre sí. Al principio de la obra La Metamorfosis, se conoce un personaje ya derrotado. Absorbido por sus condiciones de trabajo, Gregor se presenta como un joven agobiado por sus propias condiciones. Cargando con la responsabilidad de ser la cabeza principal de su familia, se muestra desamparado y nostálgico ante su realidad. Por otro lado, está Don Quijote: un soñador. Objetivamente hablando; Quijote es un hombre terco, de fuertes opiniones, valiente y audaz. Para Quijote, no hay fronteras entre sus sueños y su realidad. Es por esto que, a pesar de que no es oficialmente proclamado caballero, va y emprende sus aventuras como caballero andante.

La paradoja entre la ficción de Gregor Samsa y Don Quijote yace en su misma angustia de querer huir del fracaso de realización personal. Sin embargo, ambos autores les dan distintos enfoques. Mientras Quijote lucha hasta su muerte en vivir su sueño de caballería andante, Gregor Samsa ya se vio perdido en el intento. La condición humana está destinada a este eterno cuestionamiento de realización. Es retador no sentirse como Gregor Samsa, pero en esas perspectivas audaces de Quijote está la clave de la motivación para seguir soñando. Ambas obras son un ejemplo más de angustia humana, atrapada entre la retórica.

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