Sobre los límites

Cuestionarse es una parte fundamental en la historia de superación personal de cada persona. El proceso de desaprender y reaprender ciertos patrones que hemos visto (por ende, adoptado) en muchos aspectos de la vida, es parte del crecimiento de cada uno. A medida que se va formando un criterio propio, suele suceder que se empieza a cuestionar lo que vemos alrededor: hábitos, ideologías, reacciones, formas de pensar, entre muchas más. Si una persona no cuestiona, no hay forma de crecer. Ahora bien, en este proceso de evolución de nosotros mismos y cuestionamiento hacia la sociedad, hay un aspecto fundamental a tomar en cuenta: el otro.

Nos relacionamos por naturaleza, es parte de los aspectos más fundamentales del ser humano. Las relaciones que llevamos, la gente con la que se relaciona el ser humano, tiene también un impacto muy grande en su crecimiento (o decrecimiento). Seremos siempre el resultado de la gente con la que nos rodeamos. Pues tendemos a adoptar conductas, costumbres e incluso la forma de hablar de la gente con la que nos rodeamos. Sin embargo, dentro de este aspecto también existe una costumbre que siempre debemos llevar con nosotros mismos, por sobre todas las cosas: los límites.

Hay aspectos para cada uno dentro del relacionamiento con otros negociables, e innegociables. Y nosotros somos libres de construir nuestros límites con los demás como queramos. Requiere de mucha fuerza de voluntad no quebrantar estos acuerdos con nosotros mismos, porque las relaciones interpersonales tienen mucho de por medio. Sin embargo, debemos respetarlas, porque sino nadie lo hará. Se trata de honrar, conocer y respetar hasta dónde podemos consentir y qué estamos dispuestos a tolerar de los demás, de gente que apreciamos, en todas las situaciones que tengamos con ellas. Se trata del saber hasta dónde estamos dispuestos a sacrificar y ceder una parte de nosotros mismos, y aplica hacia relaciones de cualquier tipo: familiares, sentimentales, laborales y amistades.

Y por supuesto que no es tarea fácil. Porque las relaciones son complicadas, pues llevan 2 personas con diferentes perspectivas de por medio. Todas las veces en las que nos vemos puestos en situaciones que incomodan nuestros límites, hay opciones que evaluar, pero en esencia no se trata de nada más que saber valorarnos, ponernos a nosotros primero y respetar nuestros acuerdos con nosotros mismos. Cuando tenemos muy claro y llevamos siempre con nosotros mismos cuáles son nuestros límites; qué estamos dispuestos a tolerar y qué no, nos puede ayudar a tomar las decisiones correctas.

Lo más importante es saber que cuando se trata de límites interpersonales, lo mejor es pensar racional y empíricamente, no desde la emoción. La emoción tiende a nublar las decisiones que son más factibles a largo plazo. Si se toman las decisiones en cuanto a este aspecto desde la emoción, estamos satisfaciendo nuestras necesidades a corto plazo. Lo más importante es saber cuándo pensar racionalmente y tener siempre claro nuestros acuerdos negociables e innegociables con los demás. Si los respetamos nosotros, el otro también los respetará.

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