Por: Evelyn Álvarez
Periodista graduada en la USFQ
¿Recuerdan a Mamoudou Gassama de África? El inmigrante ilegal que salvó a un niño en Francia.
Había visto el vídeo de este héroe llenar las redes sociales en el mes de mayo. Todos aplaudían su valentía. ¿Y quién no? Arriesgó su vida para salvar a un pequeño de cuatro años de edad que colgaba de una baranda de un edificio en París. “El Hombre Araña” tuvo su recompensa al subir con la fuerza de sus brazos por los balcones del edificio para alcanzar al niño.
Emmanuel Macron, Presidente de Francia, le entregó una medalla, prometió agilizar su residencia en Francia y hasta le ofreció un puesto en el cuerpo de bomberos de la ciudad. ¡Se lo merecía! Sin embargo, había un ligero trago amargo.
¿Cuántos inmigrantes ilegales viven en Francia? ¿Qué sería de ellos con el plan de expulsión de indocumentados? Un plan de “buenas intenciones” para identificar a personas que huyen de persecuciones o países en guerra con la intención de acelerar su asilo, pero a la vez deshacerse del resto.
Entonces, ¿qué aplaudíamos? Acaso estábamos apoyando a un hombre en vez de a miles o a un falso proceso significativo. Pero, ¿significativo de qué? No cambió nada respecto a la política en Francia ni en el mundo.
En Ecuador quienes alagaban por redes sociales a Gassama, critican a los miles de venezolanos que buscan radicar en el país. Comprendí que sólo apoyamos la triste ideología de que sólo un hombre que sea un héroe es digno del derecho a obtener una mejor vida fuera de “su territorio”.
