El valor de la esperanza

Día a día muchos estudiantes de la USFQ trascienden las paredes de las aulas y llevan la bandera de los derechos humanos a la acción colectiva

Kimberly Minda, Samay Andy y Daniela Pérez estudian en la USFQ. Mujeres con su propia bandera de lucha: horas incansables por los afrodescendientes, diversidades sexogenéricas y refugiados. Ellas continúan una lucha histórica a favor de la equidad y justicia.

“No somos un grupo vulnerable, somos un grupo potencial”

Daniela Pérez vive en Ecuador desde hace 9 años. Su tierra natal es Colombia, ella cree que la historia de cada refugiado se debe quedar con ellos. Lo importante es resaltar la lucha diaria de los 60 500 refugiados que viven en Ecuador, no el amarillismo mediático que termina en victimización. Gracias a organizaciones como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y Fundación de las Américas (FUDELA), ella ha podido ser parte de una agenda con autoridades locales e internacionales a favor de los refugiados.

Promover políticas laborales, económicas y educativas ha sido su trabajo. Ser Sujeto de Derechos en un territorio hospedero puede ser una pesadilla: las dificultades para acceder a un crédito, abrir una cuenta bancaria, recibir servicios básicos o salir a estudiar al extranjero son enormes. Ella celebra la aprobación de la Ley Orgánica de Movilidad Humana pues esta avanzó en derechos en tales problemas. No obstante, queda mucho por hacer.

Daniela Pérez. Foto: Pablo Dávila

Los niños refugiados deben ser prioridad para las autoridades, comenta Daniela. La visibilidad de los refugiados en el debate social debe potenciarse. Para ella el ecuatoriano es un buen anfitrión, no obstante los prejuicios en calidad de migrantes no se hacen esperar. “Lárguense de aquí entonces”, aún es el “contra argumento” a un migrante que trabaja, genera empleo, paga impuestos y consonantemente exige derechos.

“No somos un grupo vulnerable, somos un grupo potencial”, argumenta. Generalizar es un error, “con la madurez te das cuenta que la realidad es otra. He sentido que quienes me dan clases y me brindan servicios nunca me tratan mal por ser colombiana”. Para ayudarla en su lucha ella considera que “basta con que sus dirigentes sean más tolerantes”.

En 2017 Daniela tuvo la oportunidad de representar a los jóvenes refugiados en Ecuador en Naciones Unidas. En Ginebra se unió a Global Youth Advisory Council (GYAC), un grupo juvenil consultivo que tiene el fin de contribuir a la generación de programas y políticas públicas sobre la comunidad refugiada.

¨Yo también fui niña¨

Hace apenas 20 años se despenalizó la homosexualidad en Ecuador, en el siglo XX atreverse a vestir con tacos y vestido fue un acto revolucionario. Fueron travestis y transexuales quienes emprendieron la dura lucha por el reconocimiento de las diversidades sexogenéricas. Una mujer transexual no solo lucha contra el acoso callejero, la discriminación laboral o los estereotipos de género, ella lucha por su reconocimiento como tal.

Samay Andy es activista por los derechos LGBTI, ella es kichwa amazónica y estudia Relaciones Internacionales. En varios colectivos y organizaciones sociales ha podido ser parte de foros de discusión respecto a diversidades sexogenéricas. Como parte de la Organización Alfil y la Red de Personas Trans de Latinoamérica y el Caribe (LACTRANS), buscan iniciar la promoción de una Ley de Identidad de Género en la región.

La opinión consultiva de la Corte IDH  considera que ¨siempre y cuando exista la voluntad de relacionarse de manera permanente y conformar una familia, existe un vínculo que merece equidad de derechos y protección sin importar la orientación sexual de sus contrayentes¨. Esta ha impulsado una reactivación a nivel regional.

Samay Andy. Foto: Pablo Dávila

La sensibilización a la sociedad ha sido otro aporte del activismo de Samay. La marcha ¨Con mis hijos no te metas¨ activó a la comunidad LGBTI en búsqueda de proclamar un discurso de equidad. ¨La marcha de las putas¨ busca reivindicar sus derechos. En la Comunidad USFQ el activismo es permanente. Una discusión sobre niñez trans fue tratada recientemente.

El testimonio de vida de Samay busca eliminar miedos, ¨Yo también fui niña. Desde que tuve uso de razón siempre supe que quería ser mujer¨. Ella es muy agradecida con quienes hacen propia su bandera de lucha. El apoyo del Programa de Diversidad Étnica USFQ, David Romo, María Amelia Viteri y Farith Simon… (por nombrar algunos) ha sido fundamental en su día a día. A la sociedad le pide que “simplemente nos dejen vivir, respeto y libertad”.

“Con mi pensamiento puedo generar un discurso político”

Kimberly Minda fue la primera mujer afro en ser Presidenta del Consejo Estudiantil de un colegio emblemático de Quito, Colegio María Angélica Idrobo. A sus 14 años primó la sangre, ella comenzó a llevar una bandera de lucha como mujer y sobre todo como afrodescendiente.

Su abuelo, Juan Francisco Borja, fue teniente político en el Valle del Chota, en aquella época él era quien se preocupaba por las séquias y fungia de mediador entre el patrón y la comunidad para que se construyeran escuelas en Piquiucho. De joven Kimberly aprendió que visibilizar la violencia es necesario, pero hacer algo para combatirla es obligatorio.

Kimberly Minda. Foto: Pablo Dávila

Kimberly heredó la huella de su abuelo y se dedicó a participar en colectivos activistas como el Grupo de Pensamiento Afrodescendiente y la Red de Jóvenes del Territorio Ancestral. La tarea continúa al promover educación y vinculación afrodescendiente a la política pública mediante charlas, talleres y conferencias. “Con mi pensamiento puedo generar un discurso político”. En 2017 en el 3er Coloquio Internacional Afrodescendiente dado en Cali – Colombia, se convirtió en coordinadora de la Red de Juventudes Afrodiaspóricas de América Latina y el Caribe.

“Lo más contraproducente de la esclavización de personas africanas no fue el castigo físico, ni la separación forzosa de su territorio, sino la creación de un sistema que convenció al esclavizado de  que «estaba bien» y «le hacía bien» su condición de esclavizado. Lo mismo pasó y pasa con las mujeres”, declara. El trabajo en equipo es clave para sus objetivos. “Yo no soy quien hace todo”, dice. Los lapsos se cumplen y para ella los proyectos sólo sobreviven si se forma líderes que puedan tomar la posta.

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