Los Monólogos de la Vagina: Humor con un trasfondo de denuncia para romper tabúes

Los Monólogos de la Vagina es una puesta en escena de diferentes testimonios de mujeres que reflexionan sobre conflictos y problemáticas alrededor de la sexualidad, desentrañado tabúes y comportamientos muy arraigados a nuestra sociedad

El pasado jueves 8 de marzo, los monólogos llenaron el aforo del Teatro Casa Blanca de la Universidad San Francisco de Quito. Pese a ser una obra originalmente del libro de Even Ensler y pese a que se ha escenificado y reinterpretado en muchos países del mundo, la obra cobra mayor peculiaridad y cercanía para nosotros al tratarse de una adaptación que rescata elementos de nuestra idiosincrasia con un marcado tono de denuncia y crítica detrás de un matiz humorístico y satírico.

A través del papel de las actrices, la obra busca personificar y dar voz a las vaginas de las mujeres, planteando reiterativamente y de manera implícita la pregunta: ­”¿Qué diría su vagina si pudiera hablar?”.

Foto: Pablo Dávila

Aunque por condicionamientos sociales y culturales, esto pueda sonar irreverente e incómodo para muchas personas, justamente ahí está el objetivo de la obra, hablar frontalmente sobre las preocupaciones, los miedos, los problemas, las injusticias, la intimidación y la desvalorización de la mujer y de su derecho a hablar sobre las situaciones de violencia que han sufrido y sufren.

Foto: Pablo Dávila

Las 200 entrevistas hechas a mujeres sin distinción de etnia, clase social, edad o nacionalidad que son interpretadas por las actrices, permiten abordar y poner sobre la mesa temas tan problemáticos y persistentes como la violencia contra el cuerpo femenino, la violencia sexual a menores, el seguimiento y la persecución a lesbianas y a travestis, los casos de acoso sexual y de mutilaciones sexuales, etc.

Foto: Pablo Dávila

De esa manera, por tercer año consecutivo se puso en escena los Monólogos de la Vagina, creando un espacio de reflexión, risas y rompimiento de tabúes. Todos los fondos recaudados de las funciones que tuvieron lugar en la Universidad San Francisco de Quito, fueron donados a una fundación para ayudar a niños cuyos padres están privados de la libertad.

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