Cuentos y senderos

Por: Bernarda Carranza
Periodista graduada en la USFQ

En mi trabajo, yo viajo para contar historias

Para a que través de los cuentos que encontramos en el camino, nuestros lectores no solo se queden con el gusto de haber leído un artículo, pero para que a través de él, les invada un sentimiento de curiosidad. Que mientras formen parte de sus actividades cotidianas su mente divague a destinos paradisiacos y prístinos, que pierdan el sueño, que sus pies se inquieten y su corazón palpite intensamente con las ganas de salir, de conocer, de viajar…

Cuando viajo sola (o acompañada de amigos o familiares), viajo para conocer un lugar, para nutrirme, sí, de los cuentos que encuentro en el camino, porque, aunque no esté trabajando en busca de ellos, es imposible no tropezarse con historias que te llenan el alma cuando andas caminando y divagando en rincones nuevos.

La única diferencia es que esas historias se quedan egoístamente en mi recuerdo, o en mi cuaderno o en las historias que luego relataré a las personas cercanas a mí. Cuando escribo para la Ñan, la revista de turismo y de viajes del Ecuador en la que trabajo, esas historias llegan a un público más grande, a viajeros, a exploradores, a aquellos curiosos con pies inquietos, mentes soñadoras y corazones palpitantes, que están sedientos por nuevas aventuras.

Cuando pienso en los lugares que aún me quedan por conocer del Ecuador, de mi país, la ansiedad se apodera una vez más. Me parece emocionante pensar en los senderos que aún no he explorado.

Pienso que un verdadero viajero, no es solo el que se conoce el mundo, un verdadero viajero es el que conoce su país. Un verdadero viajero y un verdadero curioso está buscando constantemente tropezarse con más historias en su camino.

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