¿Por qué me case joven?

Paola Sanchéz

Tengo 24 años y estoy casada. Y aunque hace 10 o 20 años atrás era normal contraer matrimonio a esa edad, hoy en día, estar comprometido a los 22 o 23 es sinónimo de estar parado al borde de un precipicio. O al menos lo es para muchas personas que reaccionan desconcertadas a la noticia, o, que es peor, muestran lástima porque “soy muy joven”, “no sé lo que hago”, “tengo tanto por vivir”, “se me acabó la fiesta”, “es como salir del baile a las 9”, “no tengo aspiraciones profesionales”, [agregue su comentario negativo], etcétera.

Tal vez el desconcierto surge a partir de tengamos diferentes expectativas y definiciones sobre el matrimonio y los roles que jugamos en él. Uno de los peores comentarios que puedo recordar, de alguien cercano y relativamente de mi edad, es: “Ya tienes nuevo papá.” Entonces, como esposa ¿estoy destinada a querer hijos, tener quien me controle y proteja como mi “papá”?

Ciertamente no. No me casé para tener seguridad, ni por temor a estar sola, para que alguien me proteja, mucho menos por motivos religiosos y definitivamente no para ser mamá. No creo en un dios, ni quiero tener hijos algún día y tengo todavía muchos planes y proyectos profesionales a futuro. Lo curioso es querer definir a alguien a través del rol que desempeña en una relación ya sea de madre, no-madre, esposa, soltera, creyente o atea.

El otro día, leía un artículo que describía metas para cumplir antes de casarse y me preguntaba ¿por qué antes? Entre las cosa descritas estaba viajar, descubrirse como persona, encontrar la bebida que nos gusta y cenar a solas en un restaurante. Sinceramente no encuentro el porqué no se pueda hacer todas esas cosas aún estando casados. La semana pasada descubrí que me encanta el Martini y encontré un parque junto a un lago donde voy sola a tomar té mientras leo una novela. Sí, aprendí a montar bicicleta doble con mi esposo y él esta aprendiendo a bailar salsa conmigo. Pero, ni lo acompaño a sus partidos de fútbol, ni él está siempre conmigo porque prefiero hacer fotografía y leer a solas. En otras palabras, con o sin alguien seguiré conociendo y construyéndome como persona. Compartir mi vida con alguien no significa anularme como individuo y renunciar a mi intimidad.

Tuve una boda sencilla porque para mi el matrimonio es un viaje y la boda un boleto de avión. Por tanto, como todo viaje, no sabemos a ciencia cierta que esperar, tampoco sabemos si es definitivo o si es el último y sin embargo hay quienes nos arriesgamos a tomarlo. Y precisamente “riesgo” es la palabra con la que mejor puedo describir mi decisión porque no hay nada en la vida que valga la pena y no demande tomar riesgos.

Tal vez la pregunta no es ¿por qué me casé tan joven?, la pregunta es: ¿Por qué no?

 

Leave a Reply

Your email address will not be published.