El arte: Ruptura e intimidad

La imagen de Sophie husmeando entre las sábanas de los huéspedes, profanando el maquillaje de las damas, fotografiando toda clase de objetos íntimos e inventando historias a partir de las cosas, es preciosa. El momento de ruptura está, precisamente, cuando la violación a la privacidad se avista preciosa. El imaginario de arte justifica la ruptura de la intimidad; el cuerpo íntimo y el objeto privado pierden su condición para convertirse en arte.

Sophie Calle no es escritora, tampoco fotógrafa, pero produce una combinación de foto y escritura desde la ruptura de la intimidad. Para Sophie no hay nada personal ¿Es posible que todo lo que hacemos y decimos nos pertenezca?

En momentos tan íntimos como el sueño, Calle utiliza el lente de su cámara, esta vez, para observar y fotografíar a desconocidos mientras duermen.

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“Pedí a algunas personas que me proporcionaran algunas horas de sueño. Venir a dormir a mi lecho. Dejarse fotografiar. Responder a algunas preguntas. Propuse a cada uno una estancia de unas ocho horas, la de un sueño normal. Contacté por teléfono a 45 personas: desconocidos cuyos nombres me habían sido sugeridos por conocidos comunes, amigos y habitantes del barrio llamados para dormir de día(..)”

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Sophie fotografió y luego entrevistó a los durmientes; cada uno tuvo un período de ocho horas para soñar en su propia cama. La obra se titula “Les dormeurs” y es una de sus primeras instalaciones. Las fotografías están acompañadas de textos que transgreden la función de “explicar”; re- inventan la historia detrás de la foto. Sophie, media entre su cámara y los fotografiados. La riqueza de su obra no está en la técnica, ni tiene un interés estético, Sophie Calle manifiesta una idea, la reparte y estructura un texto alrededor de esa misma idea.

Cuídese mucho

 “Sophie.

Llevo un rato queriendo escribir y contestar a su último e-mail. Al mismo tiempo me parecía mejor hablar con usted y decirle lo que tengo que decir de viva voz. Por lo menos, esto quedará ya escrito.

Como ya sabe, últimamente me he sentido mal, como si ya no fuese yo mismo en mi propia existencia. Una  especie de angustia terrible contra la que poco puedo hacer, salvo intentar salir adelante como siempre he hecho.

Cuando nos conocimos, puso una condición: no convertirse en la “cuarta”. He respetado el compromiso: ya hace meses que dejé de ver a las “otras”, puesto que no había manera de seguir frecuentándolas sin convertirla a usted en una de ellas(…)Pase lo que pase, tenga presente que jamás dejaré de amarla de ese modo que me es propio, como lo hice desde que la conocí, un modo que seguirá vivo en mí y, estoy seguro, no morirá.

Pero hoy, sería la peor de las farsas tratar de prolongar una situación que,  lo sabe tan bien como yo, ya no  tiene remedio por respeto al amor que le tengo y al amor que me tiene y que me obliga a ser franco con usted, como un  último tributo a lo que compartimos y que será, por siempre, algo único.

Me hubiese gustado que las cosas fuesen de otro modo.

Cuídese mucho.”

 Las cartas de amor -decía Pessoa- son ridículas. Pero ¿qué decir de las de ruptura? Sin duda, también pueden serlo (Vila-Matas)

Un lugar común es la obra de Sophie Calle titulada “En Prenez soin de vous” “Cuídese mucho” .Sophie recibe una carta de ruptura que dice no entender; se la envía a 127 mujeres para que la interpreten desde distintas ramas, incluso pide que la desestructuren gramaticalmente. Una vez terminado, publica la interpretación de su carta en la sala de un museo y poco después en una entrevista sobre la instalación Sophie dice “No es nada personal”.

“Me dijo que me cuidara, eso es lo que hago”, dijo Sophie.

 “La ruptura de un amor, por ejemplo, no tiene por qué necesariamente ser un asunto personal. Al contrario, se inscribe en un campo común, universal” dice Vila-Matas en un artículo sobre la obra. Sophie cuestiona la existencia de la privacidad, la trastoca. Juega al detective y persigue extraños para fotografiarlos. No solo le arrebata lo privado al objeto, sino que le arrebata lo íntimo al cuerpo.

 El Hotel

“Entro a la habitación 30. Solo han dormido en una cama, la de la derecha. Hay una maleta pequeña sobre el portaequipajes. Un hermoso traje de noche de seda, hermosamente planchado, reposa sobre la silla que han acercado a la cama (…)”

En 1981 Sophie se hizo pasar por mucama y fue contratada en un hotel; transcurrió días husmeando pertenencias ajenas, fotografiando inodoros, ropas, pasaportes; inventado historias a partir de los objetos.

En el momento en que existe una ruptura de la privacidad y una intromisión en lo íntimo es posible apropiarse de memorias ajenas. Sophie rompe la línea discreta entre lo íntimo y lo privado y así es como logra apropiarse de memorias ajenas; re- inventa los sujetos. Los objetos se convierten en una prolongación de la existencia: somos a través de las cosas.

En la habitación 30 Sophie husmea pertenencias y documentos de identidad. Encuentra al Sr. M.L.; deduce a partir de sus cosas que el Sr. enviudó y que hace exactamente un año atrás visitó el hotel con su esposa. Ahora lo visita solo.

The Hotel, Room 47 1981 Sophie Calle born 1953 Presented by the Patrons of New Art through the Tate Gallery Foundation 1999 http://www.tate.org.uk/art/work/P78300
The Hotel, Room 47. 1981 Presented by the Patrons of New Art through the Tate Gallery Foundation 1999 http://www.tate.org.uk/art/work/P78300

(..) es evidente que jamás lo han usado. Todo lo demás se halla todavía en la maleta. Todo lo que veo allí es ropa de hombre: pantalones grises, una camisa gris a rayas, un par de calcetines, un kit de aseo (rasuradora, crema de afeitar, peinilla, aftershave), una fotografía con las esquinas dobladas en donde aparece un grupo de gente rodeando a una mujer mayor, un pasaporte con el nombre de M.L, de sexo masculino, nacionalidad italiana, nacido en 1946 en Roma, su lugar de residencia. 1.75m, ojos azules. El baño está vacío, igual que el clóset, pero en el cajón de la mesa de noche encuentro: una caja de cuero con las iniciales M.L. En un pedazo de papel se ve la dirección de unos Sr. y Sra. B. En Florencia, una billetera con cinco fotos idénticas de una mujer rubia en un traje de bodas. También hay una factura vieja del Hotel C., que data de marzo 4,1979, a nombre del Sr. y l Sra. L., para la misma habitación, el número 30. Exactamente hace dos años, M.L., pasó la noche en el Hotel C. con su esposa. Ha vuelto sólo. Con el traje bordado en su maleta. Su reservación era sólo para anoche. Se marcha hoy. Más tarde arreglaré la habitación.

Sophie Calle

 En cierta medida es esa “profanación” del cuerpo y esa privacidad “inexistente” la que nos permite seguir percibiendo arte. Hace algún tiempo, la artista Deborah de Robertis irrumpió en un territorio sagrado para el ojo artístico, un museo. Deborah mostró su vagina durante cinco minutos, mientras estaba sentada en frente del cuadro “El Origen del Mundo” de Courbet.

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