“Quisimos documentar el periodo más difícil que vivimos”

Entrevista a la cineasta iraní Firouzeh Kohsrovani

La directora iraní, Firouzeh Khosrovani, sonríe de manera sutil, extiende su mano y da un apretón firme a los dos reporteros que se encuentran frente a ella en el cine Ocho y Medio. Firouzeh lleva el pelo corto y grisáceo, tiene unos ojos expresivos de color avellana y una mirada que inspira confianza. Su voz es suave y su acento marcado, pero habla con seguridad. El día está despejado y ella usa una blusa sin mangas, pero cada vez que se ve fotografiada pide su chaqueta color vino para cubrir sus brazos. Tiene una presencia elegante y clásica.

Firouzeh estudió arte en la Academia de Bellas Artes de Brera en Italia y luego realizó una maestría de periodismo en Teherán. Su debut como directora fue con el documental “Rough Cut” (2008) que mostraba imágenes de maniquís de plástico amputados los brazos, senos y cabezas. Firouzeh fue interrogada por las autoridades iraníes por “mostrar una imagen negativa de Irán” con este documental. Los maniquís eran una metáfora de la condición de las mujeres iraníes en el país. “Ellos también habían entendido que era una metáfora de la realidad, pero yo justificaba con el hecho que era más irónico,” cuenta la cineasta.

Siete años después de su debut como documentalista, Firouzeh está en Ecuador como invitada del festival internacional EDOC. Sus documentales “Fest of Duty” y “Profesión: Documentalista” en el cual colaboró con otras seis documentalistas más, fueron proyectados en el festival.

Firouzeh reflexiona acerca del rol del documentalista en su país, así como también las temáticas que aún son censuradas.

¿Cuáles son las condiciones con las que tiene que lidiar un documentalista en un país donde hay una censura evidente?

Es muy complicado explicar la situación, porque hay muchas contradicciones en esta realidad. Hay muchísimas documentalistas mujeres, también hombres, que hacen una producción casi ejemplar de documentales en Irán. Algunas pueden exhibirse en Irán, otras solo en el extranjero. Si uno hace un documental muy crítico sobre los temas tabú que la república islámica no puede tolerar puede afrontar problemas serios, como la confiscación el pasaporte. Esto es muy malo para personas que viajan como yo y que quieren entrar y salir del país. Otro problema también es que pueden detenerte.

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¿Qué temas se pueden tratar ahora?

Yo personalmente ya sé hasta qué punto puedo ser crítica, hasta qué punto puedo mostrar las imágenes. Las sensibilidades del sistema cambian cada cierto tiempo. Ahora creo que hay más problemas políticos y temas sobre las negociaciones del proyecto nuclear. También si se tratan temas sobre casos de derechos humanos o derechos de las mujeres –que en el occidente tienen un perfil muy alto y puede resultar una denuncia– pueden tener problemas. Por eso hay que tomar en cuenta el riesgo y el beneficio de lo que se busca mostrar.

¿Qué les llevó a realizar el documental “Profesión: Documentalista”?

Estábamos en el periodo más difícil de Irán bajo el poder de Ahmadineyab. Por esto, la censura cultural era más fuerte sobre los libros, el cine, el arte visual: sobre todas las manifestaciones del arte. Quisimos documentar el periodo más difícil que estábamos viviendo.

 

¿Por qué se tomó la decisión de destacar la historia de siete documentalistas mujeres?

No fue parte del plan de hacer solo entre mujeres, pero estábamos entre amigas. Hemos colaborado juntas por tres años, ha sido muy agradable y fue como un ‘workshop’ entre nosotras.

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Documental “Fest of Duty”

¿Usted ve al oficio de un documentalista como una responsabilidad social. Es su deber denunciar?

Sí, denunciar una condición, hacer la profesión de cine documentalista una condición de vida. Queremos poder ejercer esta profesión en cualquier país libremente. Queremos explicar las dificultades y también los absurdos de esta realidad.

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