¿Estamos “reconstruyendo” la historia?

Por: Emiliano Gil, PhD

El pasado viernes 3 de junio, hubo en la USFQ un taller titulado “Censured”. En él, se trató cómo la universidad influye en las nuevas tendencias ideológicas que están cambiando la historia y la educación. A partir de la reforma educativa que se está realizando en España con la ley Celaa y de los nuevos textos escolares creados al efecto, tratamos el tema. Me planteo varias preguntas. La más importante es, ¿puede analizarse y enjuiciarse una época pasada desde un punto de vista actual? ¿Podemos juzgar la historia? Creo que no hemos entendido que los hechos históricos, muy limitados por la subjetividad de los historiadores y la escasez de fuentes, no pueden analizarse con una mentalidad diferente a la época en que se desarrollaron. Sería no entender cómo se desarrollaron.

Podemos poner un caso concreto como ejemplo. Muy denostada está siendo lsabel I de Castilla en los tiempos actuales. Una mujer que tuvo que defender con la fuerza sus derechos dinásticos. Se hizo con el trono tras una larga lucha; primero contra su hermanastro Enrique IV (1475-1479), y luego contra los partidarios de la otra pretendiente al trono, Juana.​ Una vez conseguido, Isabel reorganizó el sistema de gobierno y la administración. Centralizó competencias que antes ostentaban los nobles, reformó el sistema de seguridad ciudadana y llevó a cabo una reforma económica para reducir la deuda que había heredado de su hermanastro. Además de eso, comenzó la expansión castellana hacia América. Esta última es considerada por muchos, como algo negativo. Ella fue una mujer adelantada a su tiempo, porque luchó por sus derechos como reina y como mujer. Ella puso la primera piedra en la defensa de los habitantes de los territorios conquistados, al considerar a los indígenas como libres. “Quien nace libre, es libre”. Y no ser sojuzgados como esclavos (cosa que sí ocurrió en la conquista portuguesa de América). Este dato lo vemos en el codicilo de su testamento (1503), en el que pide como su última voluntad su libertad. Se adelantó casi medio siglo a la Junta de Valladolid; célebre debate que tuvo lugar en 1550 y 1551, entre Fray Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda. De hecho, en la primera entrevista que tuvo con Colón de 1493, liberó a los indígenas tainos regalados por él y en la que dijo la frase ya citada anteriormente.

Podemos ver hoy no solo este proceso de expansión de Castilla en América sino también el de otros países y a lo largo de toda la historia, como algo imperdonable. Nada más lejos de una realidad que seguimos repitiendo continuamente, en la actualidad de muchas y diferentes maneras. Para ello, utilizamos la educación como herramienta para “educar” a nuestros hijos en esta “nueva” historia que estamos creando. En muchos casos, esta nueva interpretación viene dada por el nacionalismo y por la creación de la idea de patria.

Pero no nos equivoquemos. El sistema educativo siempre va a estar ideologizado por el gobierno de turno, y seguiremos sin darnos cuenta de que nosotros, como padres, debemos complementar esos “mínimos” educativos que nos imponen. Como tales, hemos delegado al Estado este tema porque ahora nuestra forma de vida implica unas jornadas laborales extensas, para ambos padres, y disociadas de la escolar. Nos hemos olvidado de que debemos completar y mejorar esta educación con valores, lecturas, implicación, etc.

Quiero terminar esta breve disertación con unos versos que Jaime Gil de Viedma escribió sobre la Historia de España y que se puede extrapolar a la del resto de los países:

Y qué decir de nuestra madre España,
este país de todos los demonios
en donde el mal gobierno, la pobreza
no son, sin más, pobreza y mal gobierno
sino un estado místico del hombre,
¿la absolución final de nuestra historia?

De todas las historias de la Historia
sin duda la más triste es la de España,
porque termina mal. Como si el hombre
harto ya de luchar con sus demonios,
decidiese encargarles el gobierno
y la administración de su pobreza.

Nuestra famosa inmemorial pobreza,
cuyo origen se pierde en las historias
que dicen que no es culpa del gobierno
sino terrible maldición de España,
triste precio pagado a los demonios
con hambre y con trabajo de sus hombres.

A menudo he pensado en esos hombres,
a menudo ha pensado en la pobreza
de este país de todos los demonios.
Y a menudo he pensado en otra historia
distinta y menos simple, en otra España
en donde sí que importa un mal gobierno.

Quiero creer que nuestro mal gobierno
es un vulgar negocio de los hombres
y no una metafísica, que España
debe y puede salir de la pobreza,
que es tiempo, aún para cambiar su historia
antes que se la llevan los demonios.

Porque quiero creer que no hay demonios.
Son hombres los que pagan al gobierno,
los empresarios de la falsa historia,
son hombres quienes han vendido al hombre,
los que han convertido a la pobreza
y secuestrado la salud de España.

Pido que España expulse a esos demonios.
Que la pobreza suba hasta el gobierno.
Que sea del hombre el dueño de su historia.

(Apología y petición, 1966)

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