El principio de tolerancia: eje fundamental de la comprensión mutua

Club de Ciencias Políticas USFQ

José Eduardo Galleguillos Burgos

El individuo perteneciente a la especie Homo sapiens ha evolucionado en torno a su pensamiento autorreferencial desde que era parte de procesos de supervivencia unipersonales en los que las prácticas como la caza y la recolecta eran comunes. Durante este periodo, los humanos del fenotipo sapiens, no necesitaron complejas herramientas de comunicación ni de organización social. Las estrategias para subsistencia se basaban en movimientos nómadas y acciones ingeniosas que dependían de los procesos naturales de La Tierra. Tal realidad existencial generó una cosmovisión particular que no consideraba a la concepción de un ethos dentro del pensamiento del cazador-recolector. Debido a la inexistencia de la necesidad autorreferencial del individuo dentro de un macro colectivo, la concepción del mundo de cada sujeto todavía no idealizaba la compleja disyuntiva entre la noción del “nosotros” contra el “ellos”.

Posteriormente, con la revolución agrícola, los humanos levantaron sociedades con poblaciones más abundantes. Las condiciones existenciales mejoraron y los sapiens encontraron formas de asentarse en determinados lugares con telarañas sociales más complejas. En virtud de las nuevas formas de organización comunitaria, la noción del “yo” contra el “nosotros” se transfiguró en el naciente pensamiento colectivo. Los conflictos dejaron de ser del individuo contra la identificación común, para convertirse en la pugna entre “nosotros” y “ellos”. A causa de esta yuxtaposición, los sapiens hemos desarrollado sistemas de organización eficientes como la democracia y principios éticos como el de tolerancia, para el correcto funcionamiento de la sociedad.

La democracia representativa como mediadora entre “nosotros” y “ellos”

Según el índice de la democracia de la unidad de inteligencia de The Economist (2020), 75 países de una muestra de 167 se consideran democráticos. Los parámetros para calificar a una democracia son difíciles de definir, sin embargo, trataré de dar consideraciones generales sobre cómo ha evolucionado la democracia hasta la actualidad. En razón de que los estados actuales se conforman de poblaciones con cantidades relativamente grandes de ciudadanos en comparación a otros periodos de la historia, la democracia se ha manifestado en la actualidad como una forma de gobierno representativa. En la cual los ciudadanos eligen a los supuestos mejores representantes para que tomen las decisiones colectivas en función de las necesidades de su electorado. De esta manera, pienso que la democracia representativa genera un campo de juego político en el que se producen como inputs distintas deontologías del “buen gobernante” que se contraponen a diferentes cosmovisiones de los ciudadanos, para tratar de elegir al mejor dirigente en torno a consideraciones del bien común.

En este esquema de gobierno, la lógica nos dice que el constante altercado entre “nosotros” y “ellos” conlleva a un punto medio en el que las deliberaciones de distintos grupos culminen en un consenso. Sin embargo, en la realidad contemporánea, se ha visto que grupos opuestos se tildan entre sí como incompetentes o antagónicos a la voluntad general. En consecuencia, el debate intrínseco de la democracia clásica se transforma en una quimera que deleita a los ciudadanos con su ideal participativo, empero, representa un ambiente tóxico en el que la ataraxia es inalcanzable para el individuo y las decisiones colectivas se sostienen en la insatisfacción. De manera constante observamos que por diferencias ideológicas se discrimina a individuos que pertenecen a grupos que denominamos como “ellos” y dejamos de lado el proceso de superación de los contrapuestos. No obstante, pienso que los humanos a través de la empatía y su egoísta deseo de supervivencia, pueden llegar a la elaboración de mitos sociales bien fundamentados que desarrollen su capacidad de comprender a otros. Creo que tal hazaña se puede acercar a través del principio de tolerancia.

 

El principio de tolerancia

La idea fundamental del principio de tolerancia como valor esencial del funcionamiento de la democracia es la creación de un sistema de gobierno despojado de toda interacción basada en el ego. Ya que, considero que tal característica de la psique humana es la que impulsa a un intercambio de ideas basado en la supremacía del “nosotros” contra el “ellos”, y no, en la búsqueda primordial de un sistema más adecuado para todos. El ego es una herramienta que nos permite percibir al “yo” como una entidad diferenciada de la sociedad, no obstante, esté se puede exteriorizar en sus formas más incompatibles como el egoísmo y el egocentrismo. La formulación del sujeto a través del ego es esencial para crear individuos capaces, sin embargo, la inflación del ego puede derivar en humanos poco consientes de la sensibilidad y conciencia de “ellos”.

Dentro de la discusión sobre el principio de tolerancia, se encuentra la paradoja del filósofo austriaco Karl Popper (1945) en la cual surge la pregunta de qué hacer en una sociedad ilimitadamente tolerante con respecto a los intolerantes. En mi opinión, la respuesta se encuentra en la condición del ciudadano tolerante como sujeto moral de la ética democrática. En la cual el individuo toma como máxima moral al principio de tolerancia, y al observar que la intolerancia arremete en contra de lo que se discierne como moralmente bueno, adjudica a favor del perjudicado en torno a las consideraciones mencionadas anteriormente. En general, pienso que esta paradoja nos muestra los límites del funcionamiento social del principio de tolerancia. Aun así, nos ilustra el rol del ciudadano democrático con relación a la defensa de un ambiente democrático en el que la voluntad participativa de cada individuo no sea excluida de los esfuerzos colectivos por la intrusión coercitiva de un intolerante.

Sospecho que el primer paso para alcanzar tal comprensión mutua entre humanos es una introspección profunda, en la que el individuo reflexione sobre sus capacidades cognitivas y recapacite sobre su posición existencial en el mundo. De esta manera, creo que se puede llegar a comprender que no hay condición objetiva que te haga pensar que tu sistema de pensamientos esté basado en absolutos, y que las reflexiones sobre otras cosmovisiones impropias al individuo pueden ser de utilidad para el desarrollo del pensamiento. En consecuencia, es probable que después de observar los límites del pensamiento individual para la compleja búsqueda de lo que todos los humanos puedan llamar “verdad”, el individuo se vuelva más humilde y pueda tolerar entendimientos diferentes al suyo.

 

Referencias

Economist intelligence unit. (2020). Democracy Index 2020. Democracy Index 2020: In sickness and in health? Recuperado de: https://www.eiu.com/n/campaigns/democracy-index-2020/

Popper, Karl. (1945). The Open Society and Its Enemies. The Spell of Plato. Londres: Routledge.

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