Sobre la responsabilidad

Esta es una palabra repetidamente escuchada. A lo largo de nuestras vidas nos hablan de responsabilidad. Cuando somos niños; nos hablan de la responsabilidad que tenemos en el colegio, colaborando en el hogar, siendo buenos hermanos, y algunas más dependiendo de cada caso. A medida que vamos creciendo estas responsabilidades aumentan tanto en cantidad como en magnitud; la responsabilidad de estudiar en la universidad, conseguir un trabajo, seguirse educando constantemente, seguir siendo un buen hermano, ser un buen hijo, una buena pareja, un buen padre, y un sinnúmero más de responsabilidades. Sin embargo, una siempre prevalecerá y será la más importante: la responsabilidad que nosotros tenemos con nuestro cuidado y bienestar.

Si bien hay muchos ámbitos que abarcan la responsabilidad que tenemos nosotros mismos con nuestro cuidado, no hay ninguna más importante que la otra: lo óptimo es que todas puedan vivir en armonía. No solo eso sino, esta responsabilidad es la que más prevalece en el tiempo. Y, todos estos ámbitos que componen la responsabilidad que tenemos con nosotros mismos tienen un por qué más grande del que normalmente consideramos.

La responsabilidad que tenemos con nosotros mismos de cuidar nuestro cuerpo es muy amplia, por ejemplo. No solo se trata de hacer ejercicio, protegerse del sol y alimentarse saludablemente acorde a nuestras necesidades, sino mucho más. Es a qué tanto hacemos respetar nuestro cuerpo frente a otros, qué tanto le estamos físicamente exigiendo, e incluso cuál es el lenguaje que utilizamos para referirnos a nuestro cuerpo. La responsabilidad de cuidar nuestro cuerpo es holística, al igual que la responsabilidad que tenemos de cuidar nuestra mente.

A nuestra mente hay que tenerla siempre a nuestro favor si queremos lograr lo que nos proponemos. Para esto, hay que ser responsable de cuidarla también. Notar qué tipo de contenido consumimos, a cuáles creencias estamos diariamente expuestos, y más importante prestar suma atención a cuál es el lenguaje que adoptamos para hablar de nosotros mismos. De esto dependerá mucho cómo se desembocarán nuestras otras responsabilidades. Si no somos responsables de cómo nos hablamos a nosotros mismos, nos exponemos a ser nuestro peor enemigo. Si somos nuestro peor enemigo, esto se exteriorizará.

Ser responsables con nuestra mente y nuestro cuerpo es ser responsable con el mundo. Si somos personas que realmente cuidamos de nosotros mismos y ponemos esto como prioridad, entonces lo otro solo vendrá por añadidura. La responsabilidad entonces que tenemos con nuestros seres queridos, nuestro trabajo, nuestra educación continua, simplemente vendrá por añadidura. Porque todo empieza desde nosotros mismos.

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