Enseñar sobre la Cultura: ¿Es un plus en la enseñanza de la lengua extranjera?

María Gabriela Salcedo, USFQ

En los últimos 50 años el mundo cada vez está más conectado y cada país es más diverso. Ya no es tan raro que en ciertos lugares de Quito escuchemos a personas hablando un idioma(s) distinto(s) al nuestro (o un dialecto diferente). En muchas ocasiones incluso entendemos el otro idioma, pero no somos capaces de comprender los chistes, la “extraña” manera de saludar, o su inquietante manera de expresar cariño. La comunicación en la diversidad, sin bien es enriquecedora, también puede ocasionar conflictos, especialmente si entendemos el lenguaje solamente como un código, que el otro (o nosotros mismo si estamos fuera del Ecuador) debe decodificar y codificar para entenderlo. Considerando esto, varios investigadores han propuesto que, para vivir en una sociedad armónica e inclusiva es necesario cambiar la forma en que aprendemos una lengua.

El lenguaje y la cultura son dos conceptos íntimamente relacionados. El lenguaje expresa la cultura, y sirve como lentes que nos permite interpretar y experimentar el mundo. Desde esta perspectiva, cuando aprendemos una lengua, el entender las palabras y decirlas en otro idioma (decodificar y codificar una lengua), es solo una parte del aprendizaje. En una conversación existen por lo menos tres niveles de compresión que hacen a una persona “experta” en el idioma extranjero. El primer nivel es el código lingüístico (entender las palabras), el segundo nivel es el contexto del significado, es decir el tipo de relación entre las personas que se comunican, las circunstancias en la que se dio el evento, etc. El tercer nivel es el cultural, que se refiere al conocimiento que una persona tiene de la cosmovisión, valores, creencias expresadas en una lengua.

Considerando esto, comprender la cultura no es solo un “plus” al aprendizaje de la lengua extranjera, sino una necesidad que nos permite comunicar exactamente lo que queremos decir, entender lo que se nos ha dicho, evitar conflictos por errores en la interpretación de las palabras, y sobre todo, percibir el mundo desde los zapatos del otro.

Enseñar un idioma extranjero es mucho más que enseñar el código lingüístico, es conectar a los estudiantes con una nueva forma de ver e interpretar el mundo, es crear empatía, es crear puentes que conectan a los ciudadanos que habitan el mundo y nos permiten relacionarnos con los demás desde el respeto y la diversidad.

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