El suicidio en jóvenes universitarios es el más frecuente

El suicidio de su amiga fue el primer detonante que la llevó a tener una depresión severa. Manuela (nombre protegido) estuvo con ella el lunes sin imaginarse que el día siguiente iba a recibir una noticia que cambiaría su vida. Cuando se enteró que su amiga se mató, la motivación para levantarse de la cama, comer algo e incluso bañarse era casi nula.

El suicidio está en las 20 principales causas de muertes en los jóvenes y en el 90% de los casos las personas padecen de depresión, según el informe regional de la Mortalidad por Suicidio en las Américas hecho por la Organización Panamericana de Salud y la Organización Mundial de la Salud. Estefanía Sevilla, psicóloga y Alumni USFQ dice que en la etapa de adolescencia y vida universitaria hay una lucha para encontrar una identidad que genera presión en la familia, círculo social y en la carrera, “Por tanto existe confusión, angustia, errores, desilusión y junto con los enamoramientos (comunes en esta edad), pueden ser una bomba de vulnerabilidad para los trastornos de estado de ánimo como la depresión,” comenta.

La depresión se da cuando hay alteraciones en la producción de hormonas en el cerebro. Estas son la serotonina, norepinefrina y la dopamina. Estas sustancias son las que determinan el estado de ánimo de una persona dependiendo las transmisiones que manda el sistema nervioso al cerebro. La norepinefrina es la hormona que da energía al cuerpo mientras que la dopamina y serotonina ayudan a la motivación y a sentirse mejor con uno mismo. Cuando el cerebro no produce estas hormonas como debería hay alteraciones en el estado de ánimo que pueden terminar en una depresión. Por lo tanto, esta enfermedad necesita un tratamiento adecuado como cualquier otra.

Por otro lado, cómo toda etapa en la vida. La adolescencia y adultez joven implica enfrentarse a cambios no necesariamente agradables o fáciles. Muchos estudiantes salen de sus casas para vivir solos por primera vez, lejos de sus familias y de su espacio social conocido, para enfrentarse a un reto tanto académico como social y de vida. La soledad que pueden experimentar esos chicos es otro factor importante a considerar como un posible riesgo de depresión y suicidio.

La vida académica de Manuela se vio perjudicada por que no tenía ganas de nada. Sin embargo, nunca pudo hacer luto. Su amiga se murió en mayo de este año y enseguida ella tenía que empezar a filmar los cortometrajes para pasar sus clases de cine. “Se me nubló el pensamiento, antes era una persona súper creativa y ahora es como como neblina en mi cabeza”, comenta Manuela.

Cada cuatro segundos alguien se suicida. Esto significa que un millón de personas se matan cada año según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto es el 1.4% del total de muertes a nivel mundial. Manuela empezó a somatizar su enfermedad mental. Esto quiere decir que su depresión se empezó a manifestar en sarpullidos o dolores físicos en su cuerpo. Ella dice que es un proceso lento. “Me gustaría tomarme una pastilla y sentirme bien. Como cuando te duele la panza o la cabeza, pero eso no pasa y hay que ser pacientes”, afirma.

En el Ecuador hubo 919 suicidios según el INEC en el último reporte que se realizó en el 2016. De estos 745 fueron hombres y 174 mujeres. La mayor cantidad de suicidios se dio en personas de 20 a 34 años de edad seguido por adolescentes de 15 a 19 años. El primer paso que tomo Manuela para su recuperación fue pedir ayuda. A la primera persona que acudió fue al coordinador de su carrera. Ella dice que es importante conversar con los profesores ya que pueden ser un soporte dentro de este proceso. “La mayoría sabe qué hacer en estas circunstancias, buscar ayuda es necesario para saber cómo empezar el camino a la recuperación”.

Frustrated man on corner

Su coordinador le contactó con la directora de la carrera de psicología y empezó terapias. Sin embargo, en los casos de depresión severa hay veces que se necesita medicación. Este fue el caso de Manuela. La USFQ trabaja con profesionales en psicología en el SIME (Sistemas Médicos USFQ). Existen talleres hacia adolescentes y terapias personalizadas para todos los jóvenes que quieran tener un apoyo psicológico y emocional.

Así como la gripe puede sanar en unos días con tés calientes, reposo o incluso antibióticos, la depresión puede pasar con terapia. Sin embargo, cuando la depresión es más grave se necesitan pastillas anti depresivas o anti ansiolíticos para curar esta enfermedad. El primer paso es darse cuenta del problema y buscar ayuda. Recuerda: No estás solo/a.

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