Por: Eddy Perlaza
Periodista graduado en la USFQ
El pasado 26 de marzo taxistas de toda la capital se reunieron en el parque El Arbolito para marchar en la llamada hora cero. A partir de las 10h00 de ese fatídico lunes taxistas suspendieron sus operaciones habituales para levantarse en contra de las nuevas plataformas como Uber, Easy Taxi y Cabify.
El gremio de taxistas valida sus derechos constitucionales de libertad de expresión al manifestarse en contra de percibidas injusticias. Un taxista se puede llegar a demorar varios meses y gastar una cantidad considerable de dinero para realizar todos los trámites relacionados a la profesionalización. En este aspecto se entiende la frustración y molestia de los señores taxistas. Sin embargo, la marcha de la hora cero, no buscaba profesionalizar a los conductores en situación de ilegalidad, sino eliminar por completo a su competencia.
La competencia es un fenómeno positivo para la economía y funciona como una medida indirecta de protección al consumidor. Empresas como Uber, EasyTaxi y Cabify han implementado innovadores modelos de negocio que incorporan nuevas plataformas tecnológicas y mecanismos de pagos junto con un mejor trato a su pasajeros y una mayor preocupación por la comodidad de los mismos. El verdadero problema en relación a los taxistas no tiene nada que ver con la regularización de medios de transporte informales dentro de la ciudad de Quito. El principal problema de los taxistas es su desinterés por adaptarse a estos nuevos esquemas de negocio.
El problema real es la cultura. El problema de fondo es la mediocridad. En la naturaleza, la especie que no se adapta, se extingue y los taxistas están en peligro de extinción.
