“Fast Fashion”: destruyendo el mundo a la misma velocidad que se la produce

Vivimos en una sociedad consumista donde la demanda de la industria de la moda es demasiado extensa y los precios son cada vez más bajos.

Que una prenda valga menos puede ser un aspecto positivo para los compradores. En otras palabras, puedes tener 15 camisetas hermosas que valen el precio de una camiseta de mejor calidad. Sin embargo, no todo sale tan barato.

Los costos bajos no justifican lo que vale crear una prenda. Entonces, ¿realmente sabes lo que vale crear esa pieza? Y siendo realistas, ¿te durará más de 5 usos antes de que se estropee? Todas estas preguntas tienen una razón lógica pero impactante.

Antes, la industria textil creaba 4 colecciones al año por las diferentes estaciones. Ahora, sale una diferente cada semana. Esto hace que haya más producción, mano de obra, contaminación ambiental y desperdicio. La cadena de producción de la industria textil es tan extensa que es difícil llegar a sus orígenes. Detrás de ese jean hay millones de personas que son esclavizadas y billones de toneladas de agua contaminada.

Moda rápida

Fast Fashion es la masificación de prendas en la industria de la moda. Algunas marcas de este fenómeno son Zara, Bershka, Forever 21, TATY, etc. Su fin es renovar sus colecciones en poco tiempo para que la gente siempre quiera comprar la nueva tendencia.

Martina Cuesta, estudiante de Arte Contemporáneo con mención en Diseño de Modas de la USFQ, afirma que la exclusividad no existe porque las prendas son masificadas. “Ellos buscan que sus productos no tengan una larga duración para que el consumidor esté obligado a comprar algo nuevo”, comenta.

Hay un descuido de la industria para cumplir las normas éticas de manufactura. Por eso, la explotación de trabajo en especial de niños y mujeres, la contaminación de agua y emisiones de CO2 han crecido de una forma incontrolable. “Todo se debe a que es una industria que produce en una gran velocidad para satisfacer la demanda”, explica Cuesta.

Isabel Serrano estudió Ciencia y Tecnología centrado en problemas ambientales y dice que, la presión social por tener las nuevas tendencias hace que fomentemos esta industria. “El Fast Fashion vive porque nosotros como consumidores, lo respaldamos”.

Foto: Sara Fuentes

Es importante saber que nuestros productos provienen de un origen ético e informarse si las condiciones ambientales y laborales de la industria son correctas. Serrano dice que hay que preguntarnos, “¿en verdad nos importa saber que lo que compramos no perjudica a quienes lo fabrican?”. Si es así hay que crear conciencia.

La gente no está en oferta

La producción de un jean empieza desde la cultivación del algodón, hasta el momento de su venta. Hay millones de personas involucradas en ella y muchas veces es difícil seguir las regulaciones de trabajo. Por eso, hay cifras impactantes de trabajo forzado. Según el INEC, el 75% de la mayor fuerza laboral en la industria de confección son mujeres que trabajan en malas condiciones, con escasa paga y largas horas de trabajo.

Felipe Gabela es estudiante de la USFQ y co-fundador de REMU. Este es un emprendimiento que tiene 10 meses y creó con sus amigos José María Chiriboga y Juan Xavier Terán. REMU es una marca de chompas de blue jean recicladas con mano de obra ética dando protagonismo a las personas que confeccionaron el producto. Lanzaron su primera campaña online para vender sus primeras chompas y tuvieron más del 400% de ventas de las que esperaron.

Por ahora, sus chompas se venden en su instagram REMU, en la tienda de Designer Society en la Tejedora en Cumbayá o en su página web REMU.

“En estos 10 meses REMU logró que la gente se interese por crear un cambio en la industria textil, sus impactos y las injusticias. Esto fortaleció mi convicción de la necesidad humanizar la sociedad”, dice Gabela. Viendo este problema social, quisieron crear un ambiente de trabajo positivo, dar condiciones saludables y una paga justa a sus trabajadores. Su meta principal es empoderar a la mujer ecuatoriana.

“El Ecuador es un país machista… en las zonas rurales es un tema crítico y por eso REMU se enfoca en ayudar a este grupo humano marginado. Ellas tienen menos acceso a la educación y eso hace que no puedan mantener un trabajo para ser ser económicamente independientes”, cuenta Gabela.

Foto: Sara Fuentes

Raquel es una de las 3 costureras que trabaja en REMU. “Cuando la conocimos vimos sus ganas y motivación por ayudarnos a cambiar el ámbito laboral en la industria textil”, cuenta Gabela. Ella fue la primera en ser contratada por la marca, después se unió al equipo Jenny y Sofía.

Impacto ambiental

Desde que se produce la materia prima hasta que la prenda es vendida se gastan 79 billones de metros cúbicos de agua según el Global Fashion Agenda, una organización de liderazgo para mejorar el impacto ambiental del fast fashion. Esto equivale a 32 millones de piscinas olímpicas.

En proporciones micro, solo un jean gasta más de 11 mil litros de agua. Como si fuera poco, estas cifras esperan subir un 50% hasta el 2030. Los pesticidas y compuestos químicos utilizados para teñir la ropa terminan en el agua. Estos materiales son tóxicos y cancerígenos. Si un animal ingiere el agua afectada toda la cadena alimenticia es perjudicada. Por eso, es un problema que involucra a todos los seres vivos.


Pamela Cerón, Alumni USFQ de Ingeniería Ambiental cuenta que, “ya hay lugares que sufren desabastecimiento de agua” y por su exuberante nivel de contaminación las “regulaciones ambientales deben ser más estrictas para la industria”. Por otro lado, el nivel de desechos también es impactante. Solo el 20% de prendas es reciclada. También, el 15% de telas usadas para la confección son botadas a la basura después de los cortes.

Gabela dice que es importante aprovechar estos materiales que “están en perfecto estado”. El fin de su marca es reutilizar estos desperdicios y prendas para que no terminen en la basura. “Queremos producir ropa que tiene un futuro útil, pero al mismo tiempo una historia”.

Foto: Sara Fuentes

Entonces

La industria del fast fashion es un círculo que no tiene comienzo ni fin. Si los jóvenes, como consumidores, siguen apoyando a esta industria esta seguirá creciendo. Las consecuencias ambientales son tatuajes permanentes en el mundo. Nuestro deber como personas es crear conciencia sobre esta problemática, de esa forma organismos internacionales y gobiernos pueden imponer regulaciones a la industria textil. Todo esto para que el proceso sea justo con el medio ambiente y con las personas que trabajan en ella.

4 thoughts on ““Fast Fashion”: destruyendo el mundo a la misma velocidad que se la produce

  1. Excelente reportaje Será de hecho par todos los lectores un impacto y seguro se crear conciencia positiva Felicitaciones

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